LA CABAÑA DEL BOLSON

Hola chiquilluelos, soy Carmen, aquí estoy después de una semana sabática (pero de verdad), pues llevamos más de una semana de relax absoluto en el Bolsón, porque no os creáis que viajar con un niño de tres años y maletas para cerca de un año y para varias estaciones es lo que yo definiría como “sabático”.

La cosa es que hemos soltado los trastos en una cabaña de cuento en el Bolsón, a 120 kms de Bariloche, y hemos dicho que hasta aquí hemos llegao, al menos de momento, claro. Para que os hagáis una idea esto es una mezcla entre el valle del Jerte (porque es un vergel), Asturias (por las vacas, los valles, lo verde) y Suiza (por los lagos, que son inmensos). Justo el día que llegamos empezó un tiempo primaveral maravilloso, dudábamos si quedarnos en Bariloche, pero esto es mucho más pequeño, tiene más encanto y es mucho más barato, con diferencia.

Daniel se ha integrado perfectamente con la nieta de los dueños, Valentina, que es de su edad y que junto a su hermana Selena, el perro Mora y los gatos forman una pandilla super graciosa, se lo pasan en grande juntos. Por la mañana le vienen a buscar y se ponen a explorar el jardín y a hacer el gamberro, mientras Jose y yo nos dedicamos a nuestros vicios confesables: Jose a hacer su puzle de 500 piezas, que ya tiene los ojos como el calamar de Bob Esponja, y yo a optimizar nuestro equipo, subir fotos, escribir en el blog, hablar por skype, cotillear las fotos de gente que no conozco de nada, pero que son amigos de los amigos de mis amigos y que las suben al facebook…Luego nos vamos a dar una vueltecita por los alrededores, al campito, en plan tranqui, y por la noche cenamos en la cabañita para después volver a los vicios de cada uno, y Daniel a su tele hasta la hora de dormir…ayyyy que sufrimiento, esto es horrible, no sé si lo soportaremos más tiempo.

Por lo demás contaros que el pueblo tiene una fauna singular y heterogénea compuesta por porteños (los procedentes de Buenos Aires) que dejaron el mundanal ruido y la inseguridad ciudadana y se vinieron aquí en busca de una vida más bucólica, los descendientes de españoles que se vinieron sobre todo después de la guerra civil, ya que les concedían tierras gratuitas si se quedaban un mínimo de años y trabajaban la tierra, los descendientes de indígenas, procedentes sobre todo del norte del país, los hippies (happy flowers) , que se vinieron aquí en los años 60 ya que aquí plantas marihuana y crece sola, además de todo lo demás que quieras plantar para comer….y bueno, todos están en la cola del super. El pueblo está en un valle al ladito de la cordillera de los Andes y por la mañana se levanta con la montaña rodeada de nubes, parece que echa humo…..y luego se empieza a despejar y (de momento) sale un sol radiante, pero imagino que aquí el invierno debe ser chungo. Hay dos “laguitos” cerca que se pueden recorrer en barquito, en kayak (nos dimos un voltio el otro día), los más valientes a nado…..con un buen neopreno, claro.

De momento parece que hemos dado esquinazo a los israelitas, aunque el otro día nos encontramos a una española simpatiquísima que habíamos conocido en El Calafate, Mar, te mando un besito (yo ya saludo, como las misses), si es que el mundo es un pañuelo, por no decir la de gente desconocida que me he encontrado ya en varios sitios.

Bueno, me despido y deciros que ójala estuvierais aquí con nosotros, que os echo mucho de menos a todos, y que sería ya indecentemente maravilloso compartirlo con todos, así que de momento os lo cuento para se cumpla un poquito nuestro deseo.